"Cadaver perturbado"

martes, 5 de enero de 2010

Sentimiento de cadáver V

Todo es tan distinto en la ciudad, cuando camino en ella, el sucio aroma me agobia fuertemente,
la polucion se hace dueño de la atmosfera, esforzandose por enbrutecer a la sociedad. Logrando muchas veces su cometido, pelvirtiendo la mente de sus habitantes, bajo un sol arrasador, que observa con tristesa,
la masiva autodestrucción del ser mas cruel de la tierra.

Todo es tan cotidiano en la ciudad, multitud de gente saliendo de sus casas, preocupados y estresados por
sus quiaceres. Un niño llora, pues en medio de la pista dejo caer casualmente su juguete favorito,
mientras una señora es asaltada por tres sujetos, dejandola casi desnuda por la sera de al frente.
Cuatro personas, dos policias y un pequeño cachorrito observaron la trajedia, una de las cuatro personas
recojio el gracioso juguete del niño, las otras tres siguieron su camino. Los dos policias actuaron como si nada hubiera pasado, la alta indiferencia recorria sus venas, y el pequeño cachorro ladraba sin cezar, embravesido por la descorazonada actuacion de los libres asaltantes.
Mis duendes estaban atormentados por el bullicio descontrolado, aquel ruido atronador que no se deja callar.

Todo es tan repentino en la ciudad, las noticias psicocean a la población, una madre quema el brazo de su hijo con una plancha, ocacionandelo serias quemaduras de tercer grado, tan solo por no hacer la tarea.
Un conductor en estado etílico atropella a una pareja de enamorados, ocacionandeles al instante la muerte,
la luna llora y nadie la consuela. El lider de la iglesia evangelica más influyente en brasil ah sido acusado
de desviar millones de dolares provenientes de donaciones de los fieles, hacia intereses personales y empresariales.
Las misticas constelaciones sentenciaron a la tierra.



Yo, Contemplaba la agonía de la multitud, el tiempo se detubo repentinamente en la incertudumbre, todos eran cadaveres andantes que vivian muertos esparcidos por toda la abrumada ciudad.
cuanto más me esfuerzo por buscar la vida en el mundo real, las esperanzas de encontrarla en medio del caos actual, se vuelven nulas. Es como buscar un fuerte resplandor, que ciegue tus ojos al instante, como si un rayo hubiese salido de las entrañas mismas de la tierra, de un cementerio desolado, donde la única música sobreviviente son los sonidos del viento que amenazan con congelar tus más profundos sentimientos.

Un estandarte flameaba al viento del mar, algo tan extraño y difícil de creer, ya que todo lo demas se torno oscuro, la muerte se hizo cargo del lugar. Sin vacilar, me acerque. Solo pude imaginar que debajo de aquel estandarte encontraria la vanguardia del primer conjuro que rugía como un oleaje embravecido al estrellarse contra las rocas de la orilla. Pero que equivocado estaba, la dulzura de aquella mujer al observar fijamente los ojos de su amado, despertaba cierta curiosidad en las colinas del bosque de la paz. Aquellos dos enamorados, que eran los únicos que vivian vivos, producto de su amor puro en aquella ciudad en agonía,
no se percataron en ningun momento de las desastrozas ruinas en la que se encontraba su pueblo, entonces pensé; si estas junto a tu amada, ni las más fuertes tempestades, ni los disparos de las tinieblas, te harán conocer el pánico, y tu amor se mantendrá firme en el firmamento, pues el júbilo de estos dos enamorados sera eterno mientras se mantengan unidos, sin que el elfo salvaje del campo embravesido, que es la distancia, se interponga en sus cuerpos, sus huesos, en sus corazones.

Al voltear, un charco de agua reflejó mi penoso cuerpo de cadaver, el terror invadió nuevamente mi ser, nunca me acostumbre a verme así.
En un impredecible cerrar de ojos, mi cuerpo voló al mundo irreal, al mundo de los sueños, de los recuerdos entre mezclados, al bosque de la paz, donde mi figura encorvada se enderezó súbitamente. Y otra vez me ví en la alta montura de mi místico corcel, resplendoroso y orgulloso; e irguiéndome sobre los estribos grité, con una voz más fuerte y clara que la que oyera jamás ningún mortal:

¡Estoy aquí mi dulce lua! ¡Ven a mis brazos que la noche aún es jóven, y las suaves brisas de amor aún flotan en el viento!

"Somos de una ciudad cargada de paciencia, que no conoce el sueño de los invernaderos, ni ha vivido la extraña presencia del amor".

Adrián Agüero.

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